domingo, 7 de julio de 2013

Summer in the Empire City {1}

Odisea hacia Nueva York.
Mientras Cassidy retiraba los pasajes a toda prisa, Tawny, Alice, Bridget y Lyndell cogieron las maletas preparadas para correr en cualquier momento. El aeropuerto de Yellowknife, Canadá, estaba inusualmente repleto.
—¡Que alguien coja mis maletas! —Cassidy se largó a correr, dejando al grupito detrás mientras Tawny corría con su maleta y con la de Cassidy a duras penas—. ¡La entrada número dieciocho, rápido, rápido!
—¡Calma, tía, que falta una hora todavía! —Alice bufó mientras se acomodaba la chasquilla y el resto de su peinado. Dejó de correr para sacar su espejo, Cassidy la miró con odio intenso.
—¿Es enserio? ¿Te vas a peinar? ¿Cuando estamos ad portas de viajar a Nueva York sin la vigilancia de ninguno de nuestros padres? —avanzó a zancadas hacia ella, le arrebató el espejo de las manos y se lo guardó en el bolso. Alice hizo un puchero—. Te lo devuelvo en el avión, Liz.
Alice avanzó arrastrando los pies, mientras refunfuñaba lo más alto que podía para que Cassidy la escuchara. El resto de las chicas sólo rió.
—No olviden que van a casa de mi primo, no vayan a hacer las mismas burradas que hacen en mi casa. O no nos invitará nunca más —Tawny las miró con reproche, a sus veinte años (algunas diecinueve) y luego de sobrevivir a su primer año en la universidad, aún no sabían comportarse como la gente decente.
—Vale, vale —Lyndell tomó la maleta con una mano y la afirmó en su espalda—. De igual manera sólo nos invita porque a Bree no la dejarían ir sola. Además que sus intenciones serían demasiado obvias —el rostro de Bridget se tiñó de carmín ante la confesión (bastante acertada) de su amiga.
Siguieron atravesando el aeropuerto, llenas de expectativas por lo que pudieran encontrar en Nueva York. Bridget sólo quería ver una vez más a su amor de verano; Mathew, primo hermano de su mejor amiga Tawny (más conocida como Tow), la cual sólo quería despejar la mente luego de terminar con su novio de toda la vida. Cassidy (Cass) y Alice (Lizz), sólo querían buscar diversión y un buen recuerdo de la ciudad, mientras que por otro lado Lyndell (que contestaba al apodo de Lynn), sólo quería velar por el bien y la seguridad de sus queridas amigas, sin ningún interés en partícular por la ciudad.
Así empezaron estar particulares vacaciones, la ansiedad por los cielos, la emoción al cien por ciento y las esperanzas iban in crescendo a medida que el tiempo avanzaba.
Luego de dejar las maletas en el lugar correspondiente, de pasar por el detector de metales, de que Lizz causara estragos por los piercings en las orejas y el ombligo, lograron subir al tan esperado avión. Fue ahí donde los problemas reales comenzaron: Tawny le tenía pánico a los aviones, todas lo sabían, pero habían tratado de evadir el tema lo mayor posible, hasta que llegaron a ese punto. Que entrara al avión fue una odisea, que se abrochara el cinturón y que no intentara lanzarse por la ventana (por la cual con suerte pasaba uno de sus brazos), fue otra hazaña, y ni hablar de mantenerla quieta en su asiento.
—Tow, Tow, cálmate —Bree le masajeó los hombros mientras intentaba calmarla, cosa que realmente no estaba funcionando. Lynn buscaba como loca alguna golosina para la chica.
—¡Tawny! —Cass se llevó una mano a la frente con un ruído seco—. No moriremos, el avión no explotará, no se caerá, no le llegará un misil de algún país en guerra y posiblemente sólo hayan una o dos turbulencias, lo cual es completamente —recalcó la última palabra lo más que pudo—. NORMAL —le entregó el chocolate que Lynn había logrado conseguirse para que comiera. Lo tomó entre sus manos como si se tratara de la cura para sida, y lo devoró como si llevara semanas sin comer un sólo gramo de comida. 
Una vez que la chica se calmó todas se dirigieron a sus asientos, sacaron sus reproductores mp4 y echaron la música a andar. Alice se hizo una coleta, cosa que su cabello extremadamente rubio y liso no cayera sobre el esmalte rosa que trataba de aplicarse en las uñas. Cassidy texteó sus últimos mensajes (además de actualizar su estado en facebook), mientras se preguntaba de quien había sido la brillante idea de no cortarse el cabello antes de salir; los rebeldes risos rojizos se escapaban de sus manos como si tuvieran vida propia, tapando sus gigantes ojos verdes que escrutaban la pantalla detenidamente. Tawny sacó temblorosa un libro de su pequeña cartera, mientras miraba a Bridget con un puchero por el chocolate que ya se había devorado. Se amarró el cabello negro con una traba mientras se ponía los lentes que usaba únicamente para leer. Bridget se dedicó a mirar a la nada, procesando el hecho de que dentro de pocas horas vería a Matt una vez más. La última vez que se habían visto; ósea para navidad, habían terminado de manera involuntaria (bastante voluntaria, si lo vemos del punto de vista de Bree), bajo un muérdago. Pero podía decir a su favor que Matt nunca se negó a besarla. Más bien, incluso estuvo jugueteando con su cabello castaño, mientras le preguntaba porqué se lo había cortado, probablemente tendría la misma reacción ya que la semana pasada se lo había vuelto a cortar a la altura de los hombros. Finalmente, Lyndell se dedicaba a comer chicle con parsimonía, mientras pensaba en las mil y un maneras de devolver a las chicas a casa en caso de que se pasaran de copas en alguna fiesta. Hizo un globo con la goma de mascar a la vez que jugaba con su cabello, el cual era castaño claro, casi del mismo tono que el de Lizz.
La primera en dormirse fue Bree, la cual había llegado a la conclusión de que decidiría que hacer allá, y sin mayor resolución se había dormido en el hombro de Tawny, la cual leía Cincuenta Sombras de Gray como si la vida le fuera en ello. Tenía como meta terminar el libro durante el viaje.
Meta que no cumplió, ya que luego de las ciento cincuenta páginas leídas cayó dormida sobre Bree mientras Artic Monkeys sonaba en sus oídos.
La siguiente fue Cass, que luego de actualizar facebook, twitter y cualquier otra red social existente la obligaron a apagar el móvil. Lizz y Lyndell se durmieron al mismo tiempo, la primera porque sus uñas recién pintadas ya se habían secado y la segunda porque luego analizar a cada uno de los pasajeros y de contarlos una y otra vez como si fueran ovejas se sumió en un  profundo sueño.
Las horas volaron más rápido de lo necesario y fueron prontamente despertadas por una azafata con poca paciencia, que lo único que quería era que dejaran su avión para que su jornada se acabara de una vez por todas.
En Nueva York eran las siete de la tarde, no era demasiada diferencia con el horario al que estaban acostumbradas (sólo eran dos horas más), por lo que el Jet Lag —esperaban—, no sería tan potente.
Recogieron sus maletas mientras Tow cruzaba los dedos, esperando que su primo hubiese cumplido la promesa de venir a buscarlas y ayudarlas con las maletas. Se vio rodeada de gente antes de encontrar a su querido primo; era alto, de complexión delgada, con unos ojos azules que parecían diamantes (los de Tawny eran del mismo tono algo más oscuros) y un cabello negro rebelde que había decidido dejárselo largo luego de la Navidad pasada. A Bree casi se le sale el corazón del pecho al verlo.
Luego de que Matt saludara a todas y cada una de las chicas, Tawny se dio cuenta que el chico sospechoso que rondaba alrededor de ellas no era un loco, si no que uno de los mejores amigos de Matt; Nicholas. Su cabello era castaño claro, rozando el rubio, mientras que sus ojos eran de un azul profundo, que a Tow le recordaron al mar. Saludó a cada una, luego tomó la maleta de Tow y la de Cass, mientras que Matt cargaba con la Bree y Alice. Lynn no permitió que tocaran su maleta así que la cargó ella misma.
Dejaron los bolsos en la maleta del nissan usado de Matt, el cual se fue manejando. De alguna extraña manera Bridget quedó de copiloto, Alice aceptó ir en la maleta (según ella toda la diversión ocurría ahí), Tow tuve que ir prácticamente encima de Lynn y a un lado de Nick. Cass se distrajo mirando por la ventana.
Luego de superar un taco de autos gigante y de llegar a las ocho cuarenta al departamento de Matt, estaban agotados. Su departamento era inmenso, aunque Tow les había advertido que sería así por el trabajo bien remunerado de su tío Sam. El departamento contaba con cuatro habitaciones (la cuarta era la más pequeña de todas, Matt la usaba como escritorio para estudiar para sus examenes en la universidad), aún cuando ahí sólo vivía una persona. A su favor, Matt decía que la mayoría de sus amigos vivían las "vienticuatro horas, los siete días a la semana" de allegados en su casa (y ese día suponía ser una expeción por la llegada de las chicas).
Unos cuantos minutos discutiendo por las habitaciones, alguna amenaza por parte de Lizz pidiendo la habitación grande mientras una pacificadora Lyndell se encargaba de intervenir y de definir los cuartos respectivos; ignorando de manera olímpica la opinión de Matt, aunque en el fondo le agradecía que le prestara el departamento. Cenaron las pocas cosas que encontraron en el refrigerador de Mathew (comida chatarra comprada por el resto de sus amigos, que ingerían sin mayor cuidado cada vez que lo visitaban), y luego se instalaron en sus habitaciones respectivas, Cassidy y Alice en una, mientras que Tawny, Bridget y Lyndell en otra. Mathew se negó rotundamente a abandonar su habitación, por miedo a perderla en un descuido.
—¿Y? ¿Ya superaste el shock de ver a Matt de nuevo? —Tow se puso la pijama de espaldas a Bree, la cual dio un respingo.
—Ni me lo menciones. Con cada verano que pasa Matt se vuelve más y más guapo. No entiendo en qué rayos piensa. ¿Acaso mi salud mental no importa?
Soltó una risita, sumamente inocente.
—¿Y tú?
—¿Yo qué?
—¿No viste como Nick te miraba? —Tow se mordió el labio cuando la imagen del mejor amigo de Matt asaltó sus recuerdos. ¿Esos ojazos azules eran reales? La única vez que su mirada chocó con la de Nicholas, sintió como el mar que sus ojos representaban la engullía sin mayor piedad. Fue entonces cuando la imagen de su ex-novio apareció defensor de sus sentimientos. ¿Es que no podía dejarla en paz nunca? Aunque bueno, él había terminado con ella, por lo que luego no había mostrado mayor interés en la chica. Bree, percatándose de la situación, mantuvo la boca cerrada.
Mientras tanto, en la habitación continúa Cass y Lizz estaban en plena batalla de almohadas, una vez que se quedaron sin aliento ambas se tendieron en los colchones inflables que habían dejado en el suelo.
—¿Qué haremos mañana? —Cassidy rodó en su cama improvisada, mirando el techo.
—¿Salir? ¿Recorrer? Hay un montón de posibilidades Cass, a la noche podemos ir a alguna discotheque para buscar... cosas interesantes —Cassidy podía apostar su vida a que Alice era más peligrosa que un demonio en persona. Sobretodo cuando su intención era seducir a algún chico para pasar la noche.
—Demonio, demonio... —se acurrucó de las tapas, apagó la luz, le deseó las buenas noches a su amiga y se dedicó a dormir.
Y así lo hicieron todas, en su primera noche en Nueva York, completamente ignorantes de las maravillas que vivirían al día siguiente.

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